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lunes, 30 de marzo de 2020

Mi Miravalle X 20

Hace mucho no escribo, pero este relato lo tenía guardado desde finales del mes de enero respecto un evento que de una u otra manera fui protagonista secundario.  

A veces los retos llegan de manera inesperada, incluso sin saber que serán retos. Esto pasó cuando un amigo organizó un reto que llamó Miravalle X 20, el cual consistía es subir veinte veces a Colinas de Miravalle, un puerto de montaña corto pero con dificultad moderada. Un desafío que a algunos les pareció tóxico, que es la palabra de moda para decir que es algo dañino (no sabría a ciencia cierta que tiene de malo hacer que las personas hagan una actividad que en condiciones normales no harían. ¿Envidia tal vez?), hubo otro que en sus ínfulas de influenciador rechazó la invitación manifestando que ese era un entrenito de la liga. Pero bueno,  a pesar de todo se hizo y acá va la historia de ese entrenito tóxico.

Una de esas tantas veces que he parado en la glorieta o mejor conocida como romboi de Alfaguara a comprar el guarapo para llevar a la casa y usarlo como sobremesa para el almuerzo, me encontré con dos amigos a quienes por cierto quiero mucho, pero por cosas de la vida nos vemos cada eternidad. En la sesión de fotos después del habitual saludo hablamos de los entrenos en bici ya que Mr Edd estaba retomando e Iván lo acompañaba con el Ñangas Team, ahí surgió el tema de la subida a Miravalle diciendo que había que subirla más de una vez y la respuesta fue un sutil “coma mierda” de parte de Iván diciendo que él no la había hecho ni una sola vez a lo que respondí con mi humilde arrogancia que alguna vez hace eones yo había hecho la subida siete veces pero que había quedado de catre después de hacerlas, incluso usando el yoyo. La respuesta fue una insinuación a mi salud mental que quedó en stand-by para luego activarse.

Tiempo después en un entreno me atreví a hacer la subida dos veces al final de la ruta y subirla a Strava. Todo normal hasta que el siguiente domingo vi que Mr Edd subía un entreno donde hacía tres subidas, y pensé que si el subía dos veces yo probablemente podría hacerlo tres o cuatro veces; así fue y ¡oh sorpresa! Él publicaba otro domingo cuatro subidas, poniéndole un listón alto a la pseudo-competencia a la que no le iba a fallar e hice cinco subidas. Hasta acá era un “si la haces n veces, entonces yo la hago n+1 veces” pero paró ahí.

Tiempo después en una salida con Hugo (ese loco de los retos) haciendo un entreno pre 18X18 quedamos a vernos para hacer unas subidas a Miravalle una semana antes de ese reto e hicimos trece subidas, poniendo ese record bastante alto teniendo en cuenta mis capacidades; casualmente ese mismo día Mr Edd estaba rompiendo su record personal de subidas con seis visitas a la entrada del conjunto. Foto de rigor e invitación al 18x18, un abrazo y un “están tostados” de despedida.

Antes de terminar el año decidí hacer varias subidas para rematar; alisté todo y antes de salir, Cris me dijo que cual sería mi entreno, le respondí que haría ocho subidas a Miravalle a lo que ella ripostó “hacé quince”. Sonreí y salí a entrenar. Una vez empecé a subir me dije que ocho estaban bien, pero ¿qué tal si podía hacer quince? Reto aceptado y ¡reto cumplido!

Ya en el nuevo año nuevamente me encuentro con Hugo y el grupo de guasá haciendo un entreno a Robles al cual me pego cuando volvía de La Vorágine y ellos me alcanzan. Charlas van, charlas vienen le comento que hice quince veces Miravalle y le comento a modo de chanza que deberíamos hacer veinte subidas aprovechando que estábamos en el año 2020. ¡Plum! Le detoné esa capacidad que tiene de hacer retos que mantiene despierta, callada y al acecho de cualquier locura que le planteen o se le ocurra. Ese día (6 de enero) nació el RETO MIRAVALLE X 20 el cual planeó minuciosamente, hizo todas las gestiones del caso, buscó patrocinadores y aliados para realizarlo y le puso fecha: 26 de enero. Todo listo para el reto, invitaciones por redes y a esperar que tuviera acogida como efectivamente pasó; era un hecho a pesar de algunos personajillos.

Llegó el día, y como las leyes de Murphy nunca fallan llegué tarde al evento debido a problemas digestivos (estaCa) a pesar de vivir en Jamundí. Empecé a subir por primera vez y a lo lejos logré distinguir una figura conocida que me provocó una inmensa alegría, lo alcancé y saludé con un efusivo “¡que bien, amargo!”, seguí al lado de Iván (aquel que nunca había hecho una sola subida a Miravalle) quien en charlas decía que haría media subida ya llevaba más de la mitad de la subida y ya estaba cumpliendo su reto. Un logro; porque de eso se tratan los retos, de superarlos; y él lo había hecho así las charlas fueran una chanza.

Más adelante encontré a Mr Edd; saludo, ánimo y a seguir con el reto. Las subidas trascurrían en la normalidad, a pesar de un accidente ajeno al evento que hizo que Hugo se quedara atendiendo el percance y perdiendo dos vueltas del pelotón; hasta que en la vuelta cinco me quedé sin frenos a lo que recurrí a mis tiempos de gamín en la infancia cuando mi bicicleta no tenía frenos: frenar con el zapato. Así pasaron quince vueltas entre las cuales para mi sorpresa me encontré en varias ocasiones con Iván que llevaba el reto sextuplicado. Al final cumplí el objetivo de veinte subidas, veinte marcas al número artesanal que llevé debido a la escasez de números oficiales del entrenito de la liga. Ya descansando me acerqué a felicitar a Iván y recordarle lo que frente al Ñangas Team me había dicho cuando le conté acerca de mis siete subidas y manifestarle mi profundo respeto a alguien que aunque nunca había subido, la había hecho siete veces (aunque faltaba una más). A esperar que Mr Edd cumpliera el reto que ya había superado con creces al decir que haría diez subidas e iba por la dieciocho acompañado por Hugo en una imagen que luego sería la insignia del reto. Bajo nuevamente para acompañarlo en las dos últimas subidas, donde sufriría bastante pero sería la recompensa a esa tenacidad, como dice el dicho “si no duele no sirve”, le serviría bastante para reponerse de los malditos calambres que se confabularon para hacer de esa experiencia algo inolvidable. Ultima subida y compañía adicional de Iván (¡un verraco!), ahora si estamos los que somos; el parche de oriental, de norte, de sufrimiento y alegría, de celebraciones y lágrimas, pero sobre todo de amistad. Ahí íbamos Mr Edd, Iván y yo por la veinte, la ocho y la veintidós, respectivamente. Llegamos. Ovación para Edd, aplausos para Iván, aunque para mí la ovación con aplausos de pie deberían ser para él, pero son gustos personales y subjetivos. Terminamos y venían las fotos de rigor, esta vez acompañados de Cris que nos acompañó en el final del reto. Sonrisa a la cámara, gesto de triunfo y un merecido ¡CORONAMOS HIJUEPUTA! Como si llegáramos con un cargamento de artesanías a Gringolandia (?).

Cuando el cansancio se disimula con la felicidad.

Reto cumplido donde los verdaderos protagonistas no fueron quienes hicieron veinte o más subidas sino esos que superaron con creces sus expectativas como Iván, Mr Edd o Manny que aunque solo había hecho cuatro subidas cumplió con las veinte (la fortaleza de ese man es admirable). Punto aparte para Hugo que es capaz de sacar adelante cualquier reto o locura que a uno se le ocurra decir; ahora las charlas con él son con pinzas cuando uno le propone algo porque probablemente le quedará dando vueltas en la cabeza y propondrá un reto ni el HP. Ahora a esperar el Everesting y quien sabe ¿siete cumbres? A ver si alguien se atreve a decir que será un tóxico entrenito de la liga.



1 comentario:

Manny dijo...

Majestuoso relato moro, toda una experiencia ese reto, admiracion total y respeto papá sos un capoooo !!