Google

lunes, 27 de abril de 2020

Empatía en tiempos de pandemia

 Cuando hablamos de empatía nos referimos a esa intención de experimentar lo que sientan los demás desde un punto de vista objetivo. Funciona de manera similar a cuando uno trata de ser justo colocándose en los zapatos del otro. Empatía. Que palabra bonita es y que significado tan bello.

“Que el privilegio no te nuble la empatía” se usó casi que como frase de batalla en las marchas contra el gobierno pidiendo condiciones justas para la educación y salud. Ahora en tiempos de crisis nos enteramos que esa linda oración en esa época no significa ahora lo que pretendía en esa ocasión. ¿Doble moral? Si. Punto.

El privilegio, muchas veces, hace que se tomen decisiones que están lejos de ser empáticas. 
En tiempos de aislamiento donde los principales damnificados son las personas que dependen de la economía informal que por culpa de la pandemia no pueden llevar el sustento a sus hogares, deberíamos ser empáticos con aquellos que dependen del día a día para llevar comida a la casa; el privilegio de ellos consiste en trabajar para comer, porque sin lo primero no hay lo segundo.

Debemos ser empáticos con Mary, la señora de la tienda que nos vende el mecato todos los días e incluso nos fía cuando no llevamos dinero; con Sandra que vende arepas y con María que vende jugos porque hoy no podrán mercar para comer. Empatía con Luz que todos los sábados vende sancocho de gallina en leña por encargo porque probablemente no podrá pagar el semestre del estudio de su hijo.

Criticar es fácil; es una virtud que el ser humano utiliza sin esforzarse, sin permitirse ver desde otra perspectiva a aquellos que por alguna razón son blanco de sus críticas. Antes de lanzar juicios a aquellos que deben salir a la calle y debatirse entre las dos peores opciones que tienen: morir de hambre o morir por el virus deberíamos tratar de colocarnos en su posición y ahora sí, criticar. No juzgar es parte de la empatía, aunque siempre van a existir las excepciones que confirman la regla; aquellos que precisamente por falta de empatía salen a la calle ignorando que son un riesgo para conocidos, familiares y extraños. Se comportan como esos niños que escupen la empanada del amigo solamente para que el no se la coma. 

Aunque no debería extrañarnos de ese tipo de comportamientos debido a que por idiosincrasia somos portadores de un gen de hijueputa que se activa en los peores momentos, o sino pregúnteles a aquellos que a la luz del decreto que permite la práctica del deporte en horarios y distancias reducidos saldrán a practicarlo desbordadamente y sin pensar en las consecuencias; mandando la empatía a la mierda, como si estuvieran preparándose para ganar una medalla en las olimpiadas aplazadas (las aplazaron un año y estos malparidos ¿no pueden aplazar un puto entreno?). El privilegio lo utilizan para ser potenciales focos de esparcimiento del virus así utilicen el tapabocas de Darth Vader(?).

No podemos pedir empatía cuando pretendemos ser privilegiados en el país del vivo bobo donde nos creíamos imprescindibles y ahora nos dimos cuenta que somos desechables.

No hay comentarios: